Que ojo, #Turquía no es una dictadura, todavía no, pero es una democracia cada vez más erosionada y deficiente que va caminando hacia la autarquía. Un poco como la Venezuela de Chávez. Hay elecciones libres, no están amañadas y lo que sale es lo que la gente ha votado, pero no son unas elecciones justas en tanto en cuanto el Gobierno hace uso de todo su poder para condicionarlas en vista a perpetuarse en el poder, y además el Gobierno va cada vez más controlando el resto de poderes y estamentos del Estado.
Una buena muestra es el triunfo de Imanoğlu como alcalde de Estambul después de 25 años gobernando el APK. Ganó por la mínima, un 0,25%, así que lo que hizo el Gobierno fue impugnar el resultado y forzar una repetición de las elecciones. Como las elecciones son libres le salió mal la jugada y volvió a ganar Imanoğlu, esta vez con un amplio margen, por lo que se convirtió en el nuevo alcalde de Estambul.
Imanoğlu es muy crítico con #Erdogan y su gestión, y desde que salió elegido su popularidad ha ido creciendo como la espuma, hasta el punto de que el partido opositor se plantea nombrarlo candidato para las próximas elecciones presidenciales. La puntilla han sido las últimas encuestas, que dan a Imanoğlu como claro vencedor en unas hipotéticas elecciones presidenciales. Y entonces es cuando Erdogan da un paso al frente y se atreve (consciente de la situación internacional) a cruzar una línea roja hasta ahora no traspasada y va contra él. Primero se le retira el título universitario por unas supuestas irregularidades, lo que lo inhabilita para presidir el país, y poco después es arrestado.
El país en pie con manifestaciones cada día, pero no pasa nada, cero presión internacional, y al final las manifestaciones irán decayendo, hasta extinguirse, porque Erdogan no va a arriesgarse a reprimirlas duramente, es más inteligente. Y así es cómo se destruye un Estado democrático, con la complicidad internacional por conveniencia.