BITÁCORA MENTAL<p><strong>232- El Miró que no miré, y el dinero que me ahorré</strong></p><p><a href="https://open.spotify.com/episode/2HHFqcbzLG2Dq9X1X9OclQ?si=94e85057e7e74a03" rel="nofollow noopener" target="_blank">https://open.spotify.com/episode/2HHFqcbzLG2Dq9X1X9OclQ?si=94e85057e7e74a03</a></p><p>La incultura nunca ha traído dividendos positivos para nadie, pero como dice el dicho, “no hay mal que por bien no venga”, por lo que el resultado de un cabreo dominguero, lejos de cristalizar como uno más de esos a los que uno cree tener derecho, ha quedado casi en agradecimiento divino.</p><p>El meticuloso plan -que luego no lo sería tanto-, consistía en una mañana cultural por la zona de Montjuic, en Barcelona, y el día elegido fue un domingo. La razón para tal elección, -además de por el hecho de ser una de las dos jornadas personalmente posibles a tales efectos-, fue básicamente presuponer que sería la más “relajada de la semana”, o al menos en sus primeras horas.</p><p>La teoría tenía sus bases relativamente sólidas, y en parte se cumplió, porque la idea era -entre otras cosas- evitar el tráfico agobiante de la capital catalana, donde entrar o salir de la ciudad, ya de por sí es una experiencia desesperante. Pero una buena teoría, debe recoger información completa y de calidad, algo que en este caso, tuvo un fallo gordo.</p><p></p> <a class="" href="https://images.unsplash.com/photo-1672251773545-070a9b0da42c?crop=entropy&cs=tinysrgb&fit=max&fm=jpg&ixid=M3wzMDAzMzh8MHwxfHNlYXJjaHwyNHx8bW9udGp1aWN8ZW58MHx8fHwxNzM5MDI2ODA1fDA&ixlib=rb-4.0.3&q=80&w=1080" rel="nofollow noopener" target="_blank"></a>Photo by <a href="https://carlosvitesse.substack.com/p/true" rel="nofollow noopener" target="_blank">Robson Felicio</a> on <a href="https://unsplash.com/" rel="nofollow noopener" target="_blank">Unsplash</a> <p>Hola que tal… ¿Cómo estás? Soy <strong>Carlos Vitesse</strong> y te doy la bienvenida a una nueva entrega de <strong>Bitácora Mental</strong>. </p><p>Teníamos claro que el sitio era un punto caliente en cuanto a la afluencia de turistas, por sus encantos naturales al contar con varios jardines, parques infantiles, varios museos, el teleférico, la piscina municipal, bares y restaurantes con impresionantes vistas de toda la ciudad, y otras instalaciones arquitectónicas e históricas, que sumadas a las deportivas, resultaban muy atractivas de visitar. Por ejemplo todo lo referente a las olimpíadas de 1992.</p><p>Éramos conscientes de que a determinada hora habría mucha gente, pero en todo caso, la experiencia de ir temprano a otros sitios similares, nos daba ese margen de tranquilidad que tanto apreciamos, aquellos que no comulgamos con las aglomeraciones. El comodín era hacer la visita de los primeros, ya que en general, los domingos -y sobre todo en invierno con frío- es normal que el gran movimiento comience un poco más tarde, tiempo suficiente para -en nuestro caso- ya estar de salida.</p><p>Y como digo, el plan parecía no tener fisuras, y además lo habíamos llevado a la práctica en muchísimas ocasiones con grandes y satisfactorios resultados, pero como decía el eslogan de un radio hace muchos años, reconocida por sus informativos: “nunca salgas a la calle sin estar bien informado”… y ahí estuvo nuestro fallo.</p><p>El trayecto de unos cuarenta y cinco minutos desde casa hasta Montjuic, fue lo tranquilo que esperábamos a las 9 AM de ese domingo, pero está ahí duró “la alegría”. Una vez en la zona, comprobamos que había muchísimos más coches de lo esperado, con lo que aparcar, no iba a ser ni tan cerca del punto al que íbamos, ni tan fácil como creíamos. De hecho, al intentar acercarme más de la cuenta, tuve que dar una vuelta, y volver a empezar la búsqueda de un espacio, de esos que los que no dejamos el coche en cualquier sitio, solemos preferir.</p><p>Tengo claro que hay gente bastante menos meticulosa a la hora de aparcar, pero es que como dice el dicho “a golpes se aprende”… y eso he hecho. Actúo así desde una tarde en los 80, cuando dejé el coche en la puerta de la casa de un amigo, y en determinado momento sentimos un golpe fuerte, de esos que uno sale corriendo a la calle, porque intuye que algo malo ha pasado. Y en este caso se confirmó, siendo mi amado Ford Escort el damnificado. Resulta que una vecina, en una desafortunada -y agregaría “desenfrenada”- marcha atrás, terminó con mi coche medio subido a la acera, provocándole unos “cambios estéticos”, que le hicieron pasar por el taller unos cuantos días, hasta que me lo devolvieron con su aspecto normal. Por suerte la señora asumió su error, -porque yo había aparcado correctamente-, pero a pesar de eso, el mal trago duró bastante, y la prueba es que aún hoy lo recuerdo… así que siempre intento mirar un poco ciertos detalles, que te pueden evitar un disgusto.</p><p>Bien… una vez aparcado, y conforme con el sitio elegido, fuimos caminando lentamente hacia el museo en cuestión, disfrutando de una mañana muy fría y algo húmeda, pero con un sol que venía poco a poco abriéndose paso entre los árboles, y esos rayos daban mucho gustito.</p><p>Al pasar frente al teleférico, aún estaba cerrado, y no me podía creer la cantidad de gente que había, haciendo cola. Aun no eran las 10 AM, y aquello estaba a reventar. Parecía un estreno de cine de principios de los 70, cuando no tenías ninguna posibilidad de ver una película nueva en la tele, ni a través de ningún soporte de video doméstico, porque todavía no existía ni el VHS.</p><p>Seguimos caminando, disfrutando de las vistas, y al aproximarnos a la Fundació Joan Miró, donde había una par de exposiciones que a mi mujer le interesaba visitar, y para lo que habíamos adquirido convenientemente sendas entradas vía web, me llamó la atención encontrar espacio para aparcar. Por un momento no entendí nada, pero casi inmediatamente unos metros más adelante, detecté unas cuatro grúas municipales, retirando coches como si no hubiera un mañana.</p><p>Eran las 10 AM, y ya podíamos entrar al museo, pero lo que estaba ocurriendo en sus alrededores no me pareció normal, y le dije a mi mujer que me esperara un momento, porque iba a hablar con el conductor de alguna grúa. Cuando conseguí acercarme, solo quedaba una y se estaba yendo. Apenas pude intercambiar algunas palabras, y entender que estaban retirando los coches aparcados donde estaban colgados unos carteles amarillos, que anunciaban una prohibición puntual. Me dijo que eran los coches que habían sido denunciados, y tenían un papel puesto sobre el parabrisas. Al verlos, tenían pinta de estar aparcados allí desde el día anterior.</p><p>Aquello me empezó a preocupar, y me puse a mirar los dichosos carteles amarillos, que como toda indicación que se cuelga de los árboles, o donde se pueda, el viento los mueve, los quita, algunos -o casi todos- son reutilizados, y no están en su mejor estado, con lo que incluso puede parecer que llevan ahí decorando el paisaje, y no son precisamente portadores de un aviso actualizado. Pero… sea como sea, en una mirada rápida encontré unos cuantos, y evidentemente muchos conductores o no los habían visto, o les había dado igual.</p><p>Yo estaba aparcado lejos de allí, pero en la misma calle, y no me quedaría tranquilo entrando al museo, sin al menos volver hasta el coche, por si era uno de esos que no se había dado cuenta de que ese domingo estaba prohibido dejar el coche en esa zona. Vi entonces a otra grúa, y me acerqué hasta un empleado municipal, a ver si tenía más información que el anterior. La verdad es que estaba bastante en lo suyo, y solo me dijo que quitarían todos los vehículos que pudieran. Le pregunté si me podía asegurar que solo comprendía los sitios donde estuvieran los carteles amarillos, y mientras se iba, su respuesta no fue rotunda, lo que aumentó aun mas mi intranquilidad. Sobre todo porque no me dio una calle como límite, y me soltó un dato que me dejó desencajado, “es por el partido”. Ahí entendí todo, jugaba el Barcelona, así que menudo plan de domingo tranquilo había hecho.</p><p>La verdad es que llevo ya muchos años sin interesarme por el fútbol. Durante un tiempo fui incluso de los que se reunían en un bar para ver al Barça, o también lo seguía desde casa -si era posible-, pero el fútbol en general me fue cansando. Es difícil de explicar, pero nunca he idolatrado a nadie, salvo en mi etapa de hincha incondicional de un equipo de mi barrio. Pero hablamos de deporte amateur, donde jugaban los mejores que teníamos, y si había que sudar y llorar, o reír, lo hacíamos todos, porque realmente existía el amor a la camiseta. Fuera de eso, tanto sueldo astronómico y tontería que se ve en lo profesional, -con jugadores alejados totalmente del mundo “real”, el de la gente de a pie como uno-, terminaron por cansarme, y creo que el punto de inflexión fue la pandemia. A partir de allí mi desconexión fue total, y mi desinformación me jugó una mala pasada ese domingo.</p><p>Entré con mi mujer al museo, y preguntamos más o menos cuanto duraría la visita, pensado en hacer una recorrida rápida, antes que se acercaran las grúas, -en el caso de que llegaran hasta donde estaba nuestro coche-, pero la chica que nos atendió, dijo que calculáramos una hora y media.</p><p>Aquello me complicaba bastante el panorama, y para tratar de decidir si entraba o dilataba el asunto para estar atento al ambiente, le pregunté a otro empleado del museo que estaba en la puerta, cómo se manejaba todo esto de las grúas, que seguro ocurriría bastante seguido. Mi intención era asegurarme de hasta donde llegaba la prohibición, y me respondió. “cuando hay partido retiran los coches de toda la calle, hasta allá abajo”. Ese “allá abajo” seguramente incluía la zona donde yo había aparcado, porque antes de hacerlo, mi mujer mencionó que había visto en el suelo y sobre la acera, una valla del ayuntamiento. Pero la calle no estaba cortada, por eso pasamos.</p><p>Pensamos entonces en mover el coche y dejarlo en otro sitio, pero yo sabía perfectamente que la cosa en ese momento sería muy complicada, por no decir imposible. Pasaban unos minutos de las 10 AM, y ya se veía cantidad de gente caminando por las calles con las camisetas del Barcelona, en dirección al estadio. Y no eran cuatro gatos, las aceras estaban ya colmadas de gente, que evidentemente había aparcado mucho más lejos que nosotros. Y si en Barcelona en la calle eso siempre es harto complicado, en la zona donde estábamos era muchísimo peor. Moverse significaría irse tan lejos que daba incluso pereza pensarlo, porque incluso nos recomendaron usar un transporte público para volver.</p><p>Los minutos iban pasando, y entre una cosa y otra, aquello se había llenado de gente. La sensación era como estar a la salida de un espectáculo multitudinario, cuando abren las puertas al final de la función, y parece que toda la ciudad vienen caminando de frente. Y pensé que lo mejor era perder mis 15 euros de la entrada, y que mi mujer hiciera la visita, mientras yo cuidaba el coche hasta que llegaran las grúas, que en caso de que ocurría antes de que ella terminara, ya nos comunicaríamos para combinar donde encontrarnos.</p><p>Ella no estaba muy convencida, pero sabiendo que aquello era lo mejor para no estropear del todo la mañana, accedió mientras yo ponía rumbo hasta el coche, a ver cómo estaba el panorama, porque había visto una grúa viniendo desde esa parte de la calle, y pensé: “como trabajen por los dos extremos, en un rato aquí no queda ni Dios”.</p><p>Algunos minutos después llegué hasta donde estaba aparcado, y allí no había colgado ningún cartel amarillo en ningún sitio. Pero no me podía fiar, porque mientras recorría la calle, vi que se estaban llevando un coche donde tampoco había visto cartel alguno.</p><p>Como tenía que hacer tiempo hasta que mi mujer me avisara, decidí ir un poco mas lejos, a ver si encontraba la valla que ella había visto en la acera. Y me dio curiosidad saber a que distancia del estadio la habían puesto, así que investigué vía Google Maps. Poco después la encontré, pude comprobar que ahora sí estaba en su sitio, en plena calle y cortando el paso a todos los vehículos, mas o menos a 1,5 km del estadio. Pero además, acompañada de coches policiales y personal ordenando el tráfico.</p><p>Fuera de esa movida, estaba todo tranquilo, y pensé que igual me daba tiempo para volver al museo y ver algo, porque los municipales iban mas lentos de lo que imaginaba. Caminando por el lugar, no se veían grúas, y pensé: “la hora del bocadillo”. Y no puedo decir que ese fuera el motivo, porque evidentemente el traslado de cada coche al depósito municipal llevaría su tiempo, pero era demasiada casualidad que de ver al menos cuatro camiones recogiendo vehículos, yendo y viniendo, de golpe no hubiera ninguno. Así que -al menos para mi-, aquel “misterio”, tenía una mas que probable explicación.</p><p>Y aprovechando que el sol había levantado bastante, y ya calentaba esa mañana muy fría, seguí moviéndome por los alrededores, atento a si aparecía una nueva jauría de grúas municipales. Móvil en mano, me enteré que el Barcelona jugaba a las 2 de la tarde, y una vez mas pensé. “hay que ser muy aficionado para estar cuatro horas antes en el estadio”, que igual a mas de uno le implica salir de su casa seis horas antes del partido, pero eso -entre otras cosas- es lo que permite que el fútbol profesional sea lo que es, un negocio millonario.</p><p>Seguí mirando el móvil, y resulta que la multa por aparcar en zona prohibida era de 200 euros, más la tarifa de la grúa, casi otros 200 euritos, y aparte 2,50 euros cada hora que el coche ocupe sitio en el depósito. En resumen, que en el caso de que se lo llevara la grúa, teniendo en cuenta que habría que ir hasta donde estuviera retenido el vehículo, y eso implicaría seguramente buscar un taxi que son carísimos, el descuido igual podía subir hasta los 500 euros.</p><p>El tiempo fue pasando, regresaron las grúas, y como dice el dicho “piensa mal y acertarás”, porque probablemente el único que se quedó aquella mañana sin bocadillo fui yo. Pero no había mas remedio que estar a lo que tocaba en ese momento, con lo que puse mas atención de la que venía teniendo mientras caminaba disfrutando del sol y las vistas, pero sin alejarme de la zona caliente, no fuera cosa que me tomaran por sorpresa, y la retirada de coches también la hicieran a mis espaldas.</p><p>A los pocos minutos, el jaleo donde estaba la valla que cortaba la calle, era todo un espectáculo. Gente que pretendía pasar, otra que quería regresar por donde había venido, otra intentando alguna alternativa para salir de aquel caos, y aquello quedo todo atascado. Teniendo eso en cuenta, pensé que si entraba alguna grúa desde ese lado, tardaría, y además hasta llegar a mi coche, tendría bastante faena. Decidí entonces ir otra vez hacia la zona del museo, y ver cómo estaba por ahí el panorama.</p><p>Algunos minutos después y cerca de mis destino, otra vez se estaban poniendo las botas, facturando lo que no tiene nombre. Cantidad de grúas retirando coches sin parar, pero lo mas increíble fue ver gente aparcando, donde recién se habían llevado a alguien. No tengo ideo por donde entraban, o si ya estaban en la zona y solo se acercaban, pero dejar tu vehículo donde se los están llevando frente a tus ojos, no lo entiendo.</p><p>En un momento me acerqué a una pareja con hijos, que se estaban abrigando mientras terminaban de bajar de su coche, me dirigí a quien conducía, les advertí de los carteles, y mientras hablaba con él, en la acera de enfrente a unos pocos metros, estaban retirando vehículos. Pero lejos de inquietarse, mi interlocutor cerró el coche, y la familia entera se fue caminando tan campante. La verdad no lo entiendo, porque como hayan tardado unos pocos minutos en volver, habrán encontrado el sitio vacío.</p><p>Pasadas las 11 AM, no recuerdo cuanto, mi mujer me avisó que había dado una recorrida rápida, y estaba lista para salir. Me acerqué hasta la puerta del museo, y nos vinimos caminando como contra corriente, porque era impresionante la cantidad de gente por todos los sitios. En ese museo había cola dentro y fuera, las aceras colmadas, en la entrada del teleférico ni te cuento, y así todo.</p><p>A los pocos minutos, siempre vigilando lo que hacían las grúas, y rezando por que no hubieran entrado por la zona donde estábamos aparcados, llegamos al coche, y por suerte el jaleo estaba un poco mas adelante. Así que nos subimos y volvimos a casa, no sin antes tener que pasar por el sitio que había mencionado antes, con la policía y un atasco monumental, pero finalmente pudimos salir de allí y acceder a la autopista que nos trajo hasta casa.</p><p>Y así resultó una mañana de domingo en que pretendía culturizarme un poco, pero terminé de cuidacoches y sin propina. La parte positiva es que me evité una buena multa con sus extras, que significaba mucho dinero, y no están los tiempos para permitirse “distracciones con consecuencias”.</p><p>Y esto es lo que quería compartir contigo hoy en este <strong>Bitácora Mental</strong>, gracias por tu tiempo al leer o escuchar éste contenido, y te espero en el próximo.</p><p><strong><span><a href="https://pod.link/1517052974" rel="nofollow noopener" target="_blank">Puedes escuchar Bitácora Mental #Podcast en cualquiera de éstas plataformas y aplicaciones:</a></span></strong></p> <a href="https://pod.link/1517052974" rel="nofollow noopener" target="_blank"></a> <p>También en <a rel="nofollow noopener" href="https://www.ivoox.com/podcast-bitacora-mental_sq_f1940549_1.html" target="_blank"><strong><span>Ivoox</span></strong></a></p><p>Aquí tienes el<strong> <a rel="nofollow noopener" href="https://anchor.fm/s/5741800/podcast/rss" target="_blank"><span>Feed</span></a> </strong>del podcast.</p><p><strong>Puedes seguir Bitácora Mental en</strong>:</p><ul><li><a href="https://twitter.com/Bitacora_Mental" class="" rel="nofollow noopener" target="_blank"><span class="">Twitter</span></a></li><li><a href="https://www.facebook.com/profile.php?id=100039223243956" class="" rel="nofollow noopener" target="_blank"><span class="">Facebook</span></a></li><li><a href="https://www.youtube.com/playlist?list=PLRK8wo96WzJYBFj0myIHuMxHqW0hIelbd" class="" rel="nofollow noopener" target="_blank"><span class="">YouTube</span></a></li><li><a href="https://t.me/BitacoraMental" class="" rel="nofollow noopener" target="_blank"><span class="">Telegram</span></a></li></ul><p></p><p><strong>Mas sobre Carlos Vitesse en:</strong></p><p><a href="https://twitter.com/CarlosVitesse" rel="nofollow noopener" target="_blank"><strong>Twitter</strong></a> | <a href="https://mas.to/@VitteseOnLine" rel="nofollow noopener" target="_blank"><strong>Mastodon</strong></a> | <a href="https://www.facebook.com/VitesseCarlos" rel="nofollow noopener" target="_blank"><strong>Facebook</strong></a> | <a href="https://www.instagram.com/carlosvitesse" rel="nofollow noopener" target="_blank"><strong>Instagram</strong></a> | <a href="https://www.youtube.com/@carlosvitesse/videos" rel="nofollow noopener" target="_blank"><strong>YouTube</strong></a> | <strong><a href="https://www.threads.net/@carlosvitesse" rel="nofollow noopener" target="_blank">Threads</a></strong> | <strong><a href="https://bsky.app/profile/carlosvitesse.bsky.social" rel="nofollow noopener" target="_blank">Bluesky</a></strong></p><p><a rel="nofollow noopener" class="hashtag u-tag u-category" href="https://bitacoramental.com/tag/barcelona/" target="_blank">#Barcelona</a> <a rel="nofollow noopener" class="hashtag u-tag u-category" href="https://bitacoramental.com/tag/futbol/" target="_blank">#Fútbol</a> <a rel="nofollow noopener" class="hashtag u-tag u-category" href="https://bitacoramental.com/tag/montjuic/" target="_blank">#Montjuic</a> <a rel="nofollow noopener" class="hashtag u-tag u-category" href="https://bitacoramental.com/tag/museos/" target="_blank">#Museos</a> <a rel="nofollow noopener" class="hashtag u-tag u-category" href="https://bitacoramental.com/tag/turismo/" target="_blank">#Turismo</a></p>